Cambiar de gafas para no evitar la mirada sobre un problema que de veras está ahí, aunque no todos tengan conciencia de él; eso es lo que pretende el temario del curso que ha elaborado la exjugadora y psicóloga deportiva Mar Rovira: cuatro de cada cinco chicas abandonan la práctica del baloncesto —de cualquier deporte colectivo— alrededor del momento en que cumplen 16 años. Y lo hacen, como demuestra el informe de la iniciativa Basket Girlz, liderado por Endesa en colaboración con la Federación Española de Baloncesto (FEB), por causas como las dificultades para compaginar entrenamientos y estudios o la falta de apoyo de un entorno que, todavía hoy, mira de forma distinta a los chicos y a las chicas que juegan a básquet. “Si, con este curso, por un par de minutos pudieran ponerse mis gafas de mujer para mirar desde aquí me daría por satisfecha”, afirma Rovira.Tras ese cristal se ve distinto el mundo. Desde su perspectiva, no cabe duda de que el abandono prematuro de las jóvenes jugadoras no se da en igual medida en ellos (lo dicen los datos); de que privarlas del deporte es frenar la adquisición no solo de un hábito sano que las acompañará en la vida adulta, sino de unos valores que enseñan mucho para lo que sucede fuera de la cancha: trabajo en equipo, pensar en el colectivo antes que en uno mismo, superación, aprendizaje del error… Y para revertir eso que sucede y que nos atañe a todos, l proyecto Basket Girlz hae creado este curso, que forma parte de los créditos optativos para los niveles de entrenador de la FEB y está concebido como una cápsula formativa, pero con una ambición mucho mayor: cambiar la mirada de quienes guían la base del baloncesto.Quienquiera que se forme para dirigir desde la pizarra y el banquillo un equipo, tendrá a su disposición estas unidades didácticas en vídeo impartidas por quien hoy es la jefa del departamento de psicología y rendimiento del RCDE Espanyol de Barcelona, unas lecciones que tienen el objetivo de brindarle las herramientas psicológicas y pedagógicas para que, una vez titulado, sea parte de la solución. Porque, como indica Mar Rovira, “el 50% del trabajo de un entrenador, especialmente en categorías formativas, es la motivación, y en esta cuestión que es primero emocional y luego racional reside la clave para para frenar el abandono”.El apoyo familiar“He aportado una base teórica sólida”, explica Rovira, “pero con un enfoque lúdico. Los entrenadores tienen que entender que su papel va mucho más allá de enseñar técnica o táctica, deben generar el clima para que las chicas quieran volver al año siguiente. ¡Es que eso mismo va a mejorar la ambición competitiva del equipo!”.En esa decisión, la de no dejarlo, la de regresar tras el verano, si hay unos actores fundamentales son los padres. Muchos todavía caen en los tópicos: “Céntrate en los estudios, no pasa nada si faltas a los entrenamientos…” A ellos se dirige con frecuencia Rovira en charlas y formaciones, pues en su opinión una familia orientada puede ser el más sólido de los pilares: “Deben saber lo que se perderían sus hijas, ayudarlas con la gestión del tiempo. Si quieres castigarlas sin algo que les guste: ¡restringe su uso de pantallas, pero no les quites el deporte!”.Hay, en estas cápsulas didácticas y en el repertorio de Rovira, pautas que también son de utilidad para los padres. Un ejemplo. En la ciudad deportiva del Espanyol, Rovira solicita que todos los jugadores dejen su móvil en una taquilla a la entrada. Parece una tontería pero, dice, les enseña a desconectar. Y algunos perciben cómo son, de pronto, más capaces de centrarse. “Cuando repiten el mismo gesto en casa para estudiar, al alejarse del móvil, me cuentan luego cómo se concentran mejor, que les cunden más las horas. La cuestión de la gestión del tiempo es en realidad una cuestión de generar hábitos”, explica Rovira, que insiste en que todas estas mejoras en las rutinas cuando son de veras cruciales es en la adolescencia de los chicos y chicas (“los deportistas de élite ya tienen sus costumbres bien aprendidas”, dice Rovira). Sin embargo, es en esas edades cuando padres y madres pueden contribuir a que el deporte forme a perpetuidad parte de la vida de sus hijas. “Si consigo con estos consejos que una sola familia no desapunte a su hija porque los entrenamientos entre semana por la tarde y los partidos el sábado a las nueve de la mañana son un jaleo, me doy por contenta”, sentencia Rovira.Entrenadoras en categorías formativas: otra voz La primera vez que María Pina y Mar Rovira charlaron fue en una llamada de teléfono. Iba a durar diez minutos, un breve sondeo. Se tiraron más de dos horas hablando. Pina, como Rovira, es exbaloncestista profesional y hoy se dedica a entrenar equipos de base. Y comparten un diagnóstico semejante de la situación, razón por la que Endesa y la FEB decidieron tirar también de la experiencia de Pina para sumarla al curso.María Pina, exbaloncestista y entrenadora en categorías formativas, durante el curso de Basket Girlz.Los entrenadores de cantera son la piedra angular para el cambio. Muchos, como apunta Rovira, “son demasiado jóvenes, y su propia perspectiva vital hace que no piensen en el largo plazo”. “Si están entrenando en categoría cadete y, pongamos, una jugadora del juvenil renuncia, no les afecta. No lo consideran como algo propio”. Un error. La continuidad es cosa de todos.Pina lo sabe y, en el día a día, empieza por ayudar a sus jugadoras a que se sientan responsables dentro del equipo, a que tengan margen para equivocarse y crecer a su ritmo, prestándoles atención a cada una en la medida de sus necesidades: “Le dedico el mismo tiempo a la que como mucho mejorará hasta saber botar con las dos manos que a la que puede llegar a aprender a tirar triples y ganarme partidos”. Flaco favor, dice Pina, les hacemos cuando las sobreprotegemos: padres que incluso cargan con la mochila o la cantimplora de agua de sus hijas, a las que les resuelven cada problema. Con esas chicas es más fácil que suceda que, claro, cuando vengan mal dadas, cunda la desmotivación y llegue el abandono. “Para los que quieran ser entrenadores de cantera”, dice Rovira, “recomendaría que se tomaran este curso como obligatorio”. “El aprendizaje de un chico y una chica no siguen caminos distintos, pero sí hay diferencias entre jugadores y jugadoras en cómo hacer que se atrevan a experimentar el disfrute y se motiven. Necesitan estas gafas”.Otro liderazgoCuenta Rovira que todavía hoy, como mujer que lidera un departamento fundamental de un equipo de alto rendimiento masculino, ve cómo se pone a prueba esa potestad cada tanto. Su inteligencia y sus habilidades comunicativas en las relaciones interpersonales han sido sus mejores aliadas para sobreponerse a estos embates. Pina concuerda: “El tipo de liderazgo del entorno deportivo está todavía muy masculinizado. Yo sigo en redes sociales a academias, clubes, federaciones… y rara vez veo a mujeres en las charlas o clínics que organizan. Eso manda un mensaje: este no es vuestro sitio”.Rovira y Pina juntas en una de las píldoras didácticas del curso Basket Girlz.Para los futuros entrenadores y entrenadoras de categorías formativas esta será una cuestión clave: dar cabida a formas más diversas e inclusivas de liderazgo. “No hay una sola manera de entrenar, ni de ganar, no hay un solo camino hacia el éxito ni una sola forma de entenderlo”, explica Pina. De nuevo, las gafas a las que hacía referencia Rovira: “Nosotras hemos aprendido a ponernos las de los hombres. En la formación de entrenadores, les tenemos que enseñar cuántas cosas maravillosas se están perdiendo. Hay que invitarles a cambiar de gafas de vez en cuando”.

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