El próximo presidente de Chile, que gobernará el país sudamericano entre 2026 y 2030, se definirá entre la candidata de la izquierda, la comunista Jeannette Jara, y el ultraderechista José Antonio Kast, líder del Partido Republicano. Así lo han decidido los votantes este domingo, tras la primera vuelta electoral. Con el 97% escrutado, Jara, abanderada del oficialismo del presidente Gabriel Boric, ha alcanzado el 26,8%, por debajo de lo que proyectaban las encuestas. El segundo lugar lo ha obtenido Kast, con el 23,9% de los votos, una distancia mínima y que lo deja como favorito para lograr la victoria, en la medida en que las fuerzas conservadoras han logrado un respaldo mayoritario. En tercer lugar, la sorpresa de la jornada: el populista de derecha, Franco Parisi, ha alcanzado 19,6% en su tercer intento de llegar a La Moneda, desplazando tanto al radical libertario Johannes Kaiser, que ha obtenido el 13,9% del respaldo, quedando cuarto lugar, como a la gran derrotada: la derechista tradicional Evelyn Matthei, que ha quedado quinta (12,5%), propinando un gran fracaso a la coalición Chile Vamos. “Felicito a Jeannette Jara y José Antonio Kast por su paso a segunda vuelta”, ha dicho el presidente Boric desde La Moneda, arropado de su ministro del Interior, Álvaro Elizalde, y su portavoz, Camila Vallejo. Los resultados, en los que la unión de las fuerzas de derecha tienen una notable mayoría, coinciden con el escenario que mostraron reiteradamente las encuestas: el próximo 14 de diciembre, los cerca de 15,7 millones de electores convocados obligatoriamente a las urnas deberán elegir al sucesor de Boric entre dos extremos de la política. Aunque Jara obtuvo el primer lugar, sin embargo, los votos de Kast, Kaiser y Matthei suman un 51%, lo que hace fuerte a Kast para la segunda vuelta. Si se suma el respaldo de Parisi, populista, opositor a Boric, se llega a un 70%, aunque el voto de Parisi es difícil de descifrar, porque no hay evidencia de que sea transferible a la derecha. Votantes en la comuna de Conchali.Cristóbal Venegas La diferencia entre Jara y Kast, en torno a dos puntos, no era la que esperaba la izquierda. Los sondeos consecutivamente mostraron que la administradora pública de 51 años obtendría el mayor respaldo este domingo 16, pero por una diferencia entre cinco y nueve puntos con Kast. Su principal reto no era ganar esta primera vuelta -el oficialismo se ha ordenado en torno a la candidatura única de Jara, tras una primaria-, sino lograr una mayoría que le permita ganar la segunda vuelta o balotaje, el 14 de diciembre. De acuerdo a los sondeos, que en general han hecho proyecciones correctas, Jara perdería con Kast, abogado de 59 años. Sobre todo con una diferencia tan mínima por sobre el republicano. Desde la noche de este domingo, por lo tanto, deberá entregar fuertes señales al electorado moderado, que es lo que ha hecho esta noche al valorar las propuestas de otras candidaturas, como las de Parisi o Matthei. Un primer gesto que se espera es que Jara suspenda o congele su militancia al Partido Comunista, donde está inscrita desde los 14 años, que genera gran resistencia. Además, se espera un cambio en su equipo y la incorporación de figuras que le permitan entregar certezas al centro político.Kast, como se vislumbraba, superó tanto a Parisi, como a Matthei y Kaiser. Es la tercera vez en la que el ultraderechista se presenta a la Presidencia. En las anteriores elecciones, en 2021, ganó la primera vuelta, pero en el balotaje perdió ante Boric, el actual presidente. Ultraconservador en materia de libertades individuales, como el aborto, Kast ha prometido un Gobierno de emergencia para Chile con prioridades en la seguridad, el crecimiento económico, el debilitamiento del Estado -busca recortar 6.000 millones de dólares en 18 meses- y la migración irregular. Esta noche ha contado con el apoyo de Kaiser, con el que ya tienen un pacto electoral conjunto para el Congreso, y Matthei, que fue a visitarlo a su comando. Al republicano se le sumará gran parte del mundo de la derecha tradicional, agrupada en la coalición Chile Vamos. Las derechas, pragmáticas, unirán sus fuerzas para impedir que Jara llegue al poder el 11 de marzo próximo, cuando Boric deje el Gobierno con 40 años recién cumplidos. Las señales que los dos candidatos que pasan a segunda vuelta entreguen en las próximas horas son clave para congregar adhesiones. Jara ha quedado incluso por debajo del respaldo histórico que ha tenido el Gobierno de Boric, un 30% fiel, pero insuficiente para ser mayoría. De hecho, en esta primera campaña ha tenido que tomar distancia del presidente y su Administración, aunque ella misma fue ministra del Trabajo hasta hace algunos meses. La misión de Jara es titánica, porque los vientos de Chile corren hoy a favor de la derecha -como nunca antes- y, como suele suceder desde hace 20 años, la presidencial siempre la gana el bloque opositor. Chile ha vuelto a celebrar, como ocurre desde la recuperación de la democracia, una cita electoral con total normalidad. Además de elegir al sucesor de Boric, los votantes han renovado la totalidad de la Cámara de Diputados (155 congresistas) y prácticamente la mitad del Senado (23 de los 50 senadores de siete regiones, entre las que no está la circunscripción capitalina). Es la primera vez desde el retorno de la democracia en 1990 que la ciudadanía elige a un presidente de la República con voto obligatorio y, a la vez, con la inscripción automática en el censo.La sociedad chilena ha sido pendular en sus preferencias electorales. Tras el estallido social de 2019, con olas insólitas de violencia que dejaron contra las cuerdas el Gobierno del presidente de derecha moderada Sebastián Piñera, los electores aprobaron un camino constitucional para reemplazar la Constitución de Augusto Pinochet de 1980, que, no obstante, lleva la firma del presidente socialista Ricardo Lagos por las reformas que se le hicieron en 2005. Luego, eligieron un órgano redactor dominado por la izquierda extrema y, cuando el Gobierno del presidente Boric apenas llevaba seis meses, rechazaron por un 62% contra un 38% el texto que el oficialismo apoyaba. Fue un fracaso rotundo que obligó al Gobierno a adaptarse a las nuevas circunstancias y a moderar las altas expectativas con que asumió en marzo de 2022. Después, se abrió un segundo proceso para preparar una nueva Constitución, donde triunfaron redactores sobre todo de la derecha ultra del Partido Republicano, pero en 2023 los chilenos nuevamente rechazaron la propuesta por un 55% contra un 42%.Es lo que se conoce como el péndulo chileno. Parecen decisiones contradictorias, pero no lo son: la sociedad sigue enojada y, sobre todo, con una gran desafección de la institucionalidad política. Por lo tanto, hace dos décadas que castigan a los incumbentes y favorecen a la oposición, como intentando creer en el cambio, que nunca llega verdaderamente. Los gobiernos, a su vez, con un Congreso atomizado, tienen serios problemas para conseguir mayorías y sacar adelante agendas legislativas. Los chilenos, que no confían ni en los gobiernos, los partidos ni el Parlamento, participan desilusionados en unas elecciones que, por primera vez, cuentan con voto obligatorio. Las encuestas muestran que los chilenos estaban más preocupados que esperanzados con estas elecciones y que más de la mitad está de acuerdo con la frase “da lo mismo quién gobierne, igual tengo que salir a trabajar”.Este es el Chile que recibirá el próximo presidente en cuatro meses más, cuando asuma el 11 de marzo. Con un electorado infiel, que no mantiene por mucho tiempo los apoyos, y que está sobre todo asustado por la llegada del crimen organizado transnacional. Es parte del paisaje social que explica que los aires empujen discursos extremos como el de Kast y, a su vez, las dificultades de la izquierda.

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